RELATO DE UN CONEJO Y UNA ZORRA
Se dirigía el conejo una vez como hacia allá a cierto lugar. Encontró de pronto de paso por el camino un dato. Lo tumbo, se mancho las manos y alrededor de los labios. Pues bien, se detuvo de paso donde una zorra parida con sus manos enrojecidas. “Epa, nieto mió, ¿donde te has encontrado un cardon cargado de frutos? “ - le dijo la zorra al conejo. “Esta por allá, se encuentra lejos de aquí “– le dijo a ella.
“Caramba, la verdad es que paso hambre, Seria bueno que si me cuidaras los hijos para que yo valla a buscar datos “– le dijo la zorra al conejo. “ Hagalo, abuela, y yo cuidare a tus hijos mientras estés ausente; y les preparare mazamorra para que la tomen “– le dijo a ella. Pues bien, muy de madrugada se levanto la zorra, exactamente al primer canto del gallo. “Despierta ya, hijo mio, que ya me voy a ir. Cuidame bien a mis hijos; que si me va bien volvere cuando el sol se este ladeando (de dos a tres de la tarde) y si hubiere escasez de datos, no volvere sino cuando el sol ya se esta ocultando” – le dijo ella al conejo antes de partir. Y se fue la zorra hacia por alla con la mochila colgando.
Pues bien, el conejo empezo en seguida a cocinar a poco de irse su abuela. Mato unos de los que estaban a su cuidado; lo salcocho y lo dejo preparando para comida de su madre. La zorra regreso cuando el sol estaba ya para ocultarse. En realidad, ella pudo traer unas mochilas llenas de datos. “Abuela, yo he cocinado para ti. Por aquí pasaron unos cazadores. Me pidieron agua de paso; y de una vez me dejaron un muslo de venado. Precisamente es lo que te he preparado “- le dijo el conejo a ella. “ Aquí esta, come pues mi guiso, abuela. Con respecto a tus hijos, estan saciados, me he adelantado a darles caldo” – le dijo el conejo a la zorra. Y comio. Ahora bien, después que termino de comer mando al nieto a buscar a sus hijos. “Sabate y yo no tengo fuerza abuela, te los traeré una a uno” – le dijo el conejo a ella. Y el no hizo así, le trajo primero una solo a la madre. Y va a buscar al otro; el conejo hizo 4 viajes a cerrando zorritos. Según cuentan, las aquella zorras no tenían sino 4 hijos.
Pues bien, al día siguiente nuevamente la zorra se fue a buscar datos. Se levanto en la madrugada cuando todavía era densa la noche; Como cuando se había ido La otra vez. Pues bien el conejo empezo a salcochar a poco de haberse ido su abuela. En aquel día la zorra no volvió sino muy tarde. “Si, estoy muy cansada.
Búscame a mis hijos para amantarlos” – le dijo al nieto en cuanto llego. Y el se los acarreaba, como lo había echo antes. Ella comio entonces después de amantar a los hijos. Ahora bien, cuando comía “tachón, tachón, tachón” – la paresia que le sonaban a ella sus dientes. “¿Por qué sonaran así mis dientes?” – le decía ella al conejo.
“¡Caramba! ¡Pues a mí también me suenan los dientes así los dientes!” – le dijo a ella. A la mañana siguiente salio otra ves a buscar datos y de igual manera se salcocho a otro zorrito durante la ausencia de su madre. Al regresar le dio de comer el guiso que había preparado. Pues bien, ya por fin, “nieto búscame a mis hijos para que mamen” – dijo la zorra. “pero, ¿Qué es lo que vas hacer con ellos? Yo ya lo he artado de caldo y no necesitas que les des de mamar”- le dijo hipócritamente el conejo. “mira, abuelita, en tu ausencia llegan a menudo los cazadores. No pasan sin más, sino que siempre me dejan un pedazo de las presas de caza. Eso es precisamente lo que te preparo siempre como comida cuando llagas” – le dijo de nuevo. Pues bien, ya en lo ultimo, “yo voy al monte abuela; voy a evacuar, que ahora vuelvo”- le dijo el conejo a su abuela. Pues bien, cuando a penas se hubo alejada de la zorra grito: “zorra, te he hecho comer a tus hijos kohu” – le decía gritando. “¡caramba! ¡Con que realmente lo he comido es hijo mio! ¡Que desgraciado es este pedazo de conejo que me ha hecho de comer a mis hijos” – decía la zorra corriendo tras su nieto! Pues bien el conejo corría detrás de su abuela estrellándose contra la maleza y ella no lo dejaba. Pues bien, un poco más allá se metió el conejo rápidamente dentro de un hueco. ¡Caramba! ¿Que será lo apropiado para el? - dijo luego la zorra. Hágame el favor mama abuela, quédese cuidando esta hueco que aquí dentro se ha metido rápidamente un conejo que yo venia persiguiendo. Que mientras tanto yo voy a ir alla para buscar algo para cavar le dijo entonces a una cataneja que se hallaba posada por allí cerca. “Cuídamelo, que si no seria a ti a quien golpeare por el pescueso” – le dijo ella antes de partir.
Pues bien, durante la ausencia de la zorra saco el conejo un poquito la cabeza “Mama, ¿Qué es lo que tienes en el ojo? A mi me parece que es guazábara, abre bien el ojo para que la vea” – le dijo a la cataneja. Entonces la cataneja abrió bien el ojo ante el. “¡jij!” – le echo guazábara en el ojo. Pues bien, la cataneja se revolcó del dolor del ojo. El conejo se había salido inmediatamente mientras ella estaba allí revolcándose. Ella se fue como hacia alla.
Pues bien, llego poco después de la zorra con un instrumento de cavar. “¡Que hubo! ¡Esta aquí o en el que cuidas – pregunto al llegar! “si, aquí esta el, es un malvado; me ha echado en el ojo algo muy doloroso” – le dijo a la cataneja. “Ahora mismo pagara ese desgraciado su maldad” – dijo la zorra cavando. Y en realidad hacia mucho que se había ido el conejo, no lo encontró en el hueco.
Pues bien, la zorra no cejo en la persecución del conejo. “¡que malvado es” no importa que se haya escapado, llegara un día en que pagara sus fechorías” – decía rastreando sus huellas!.
Pero el conejo se le escapaba continuamente, ya al fin desistió de el. “¡que rabia con el, que me ha hecho comer a mis hijos! Ya llegara el día en que también me comeré a el" decía la zorra furiosa.
Así fue antiguamente y esa es la cusa por que la zorra no puede ver ahora a un conejo. Si lo ve, se lo traga.